Parecen de mentira los edificios relucientes
las esquinas lustrosas
exuberantes
de esta plaza
mezclada con rastros de las almas
revuelta con aquel perro flaco
defraudado abatido
casi muerto
y con ese niño
que suplica desde un vientre
Con una voz de manos pordioseras
mostrando el atrás de las verdades
preguntando si es real este paisaje
y a su ración de pan
la oculta el mundo ensimismado
No reclamen ahora revelación
ni ternura
no reclamen palabras pastorales
si no tengo más que un cielo roto
cayendo en mi poema
de a tajadas